¿Qué criterio sigues para reservar un hotel? ¿Y un restaurante nuevo?
Si haces este tipo de gestiones on-line en servicios como booking o tripadvisor seguro que como yo, le das mucha importancia a las votaciones de la gente.
Entre
dos hoteles candidatos elijo el que mejor ha sido puntuado por la
Mayoría. Si uno tiene una puntuación de 4,5 sobre 5 en 900 opiniones, y
otro sólo un 4 sobre 5, está claro cual voy a elegir. Y me da igual la
publicidad, las fotos o lo bonita que sea la web del segundo. La Mayoría
dice que el primero es mejor.
Lo
mismo cuando tengo que descargarme una App para mi móvil. Si no tengo
claro cual es la que quiero, la opinión de los demás es decisiva.
Y
esto mismo sucede en cada vez más decisiones. En muchas más de las que
nos imaginamos. Cuando hacemos una búsqueda en Google, las primeras
respuestas que encontramos están ahí porque mucha gente ha dicho que,
para la palabra que has buscado, esas son las mejores respuestas. Sí, lo
ha dicho la Mayoría, no lo ha dicho Google -que sólo ha puesto la
herramienta para que esto sea posible. Como comentaba en un post
anterior, la Teoría de Enlaces, que alguien ponga un enlace a tu página web es como que alguien te vote un 5 sobre 5.
Los “+1”, los “me gusta”, los retwits, etc, son otra forma de expresarse que tiene la Mayoría.
Lo
que quiero concluir con esta introducción, es que la opinión de la
Mayoría es decisiva. Siempre lo ha sido, pero sólo hoy, cuando Internet
ha cogido una masa crítica es cuando podemos decir que la opinión de la
Mayoría es tenida en cuenta. La Mayoría ya tiene mayoría de edad como
para poder decidir. Y eso es lo que está pasando hoy día.
Al
principio sólo decide en cosas quizá no muy importantes, como elegir en
qué hotel me hospedo, qué canción escucho, o qué libro me leo. Pero
poco a poco (en realidad muy deprisa) va llegando a cuestiones más
críticas, como qué partido voto.
Los estudiosos del tema saben que a medida que Internet cala en la sociedad se produce un efecto positivo al que llaman Long Tail, o Estela Larga,
que viene a significar que la oferta es tan grande, variada y
accesible, que entre los pocos que destacan no llegan a ser mayoría. Y
es cierto. Sin embargo, frente a este hecho sucede otro, provocado por
las Mayorías, al que llaman The winner takes it all, El ganador se lo
lleva todo.
Un
ejemplo: ahora gracias a Internet puede elegir entre más de 200 hoteles
en la ciudad donde voy a ir a veranear, sin embargo, hay uno de los
hoteles que tiene 4,5 sobre 5 en 984 opiniones, cuando el siguiente
tiene un 4 sobre 5 en 38 opiniones y el tercero un 3 de 6 opiniones.
¿Qué está pasando aquí? Que me fío más de 984 opiniones que de 38, y
además le dan mejor puntuación. Ya está. No hay nada que decidir, está
claro en qué hotel me voy a hospedar. Sólo si no quedasen habitaciones
echaría un vistazo al segundo.
Esta
situación obviamente no se da siempre, porque no siempre hay un claro
ganador; ahora, como uno empiece a despuntar lo suficiente, se produce
lo que yo llamo la distancia de escape,
que básicamente es la distancia que tiene que tomar con respecto al
segundo, para que se produzca el pensamiento “está claro, no hay duda,
elijo este”. Cuando los usuarios tienen claro ese pensamiento, tenemos
un claro ganador, y se lo llevará todo. Cuando digo todo, me refiero a
todo lo que pueda acaparar. Si puede acaparar todo el mercado, cosa
improbable, pues sí, se lo llevará todo. A veces todo no es más que un
60% del mercado, pero en términos globales, eso es un TODO. Como pasó
con el iPod.
Mucha
gente considera una situación viciada aquella en la que hay un claro
ganador que se lo lleva todo. Y podríamos pensar que sí. De hecho, sí,
es una situación perjudicial para cualquier ecosistema el que no haya
competencia real. Pero no hay porqué preocuparse ahora que la Mayoría
tiene la última palabra. Porque con la misma rapidez con que la Mayoría
encumbró al ganador, lo destrona y pone a otro. Es así. La opinión de la
Mayoría es un torrente de fuerza brutal que todo lo arrastra. Y cuanto
más arrastra, más inercia coge. Y además el tiempo corre a su favor (por
la evolución de la tecnología, más que nada).
Así que creo que es el momento de empezar a mirar a la Mayoría con otros ojos. Porque aunque los dirigentes nos consideran una manada de borregos a la Mayoría, la fuerza de todos esos borregos es mayor que la de sólo unos pocos ilustrados.
Queda
muy poco para que las leyes también se decidan en Mayoría. Todos los
días; no una vez cada cuatro años. Y cuando esto suceda, que tiemble la
clase política. No digo que vaya a desaparecer, como tampoco va a
desaparecer el marketing (que igualmente intenta manipular a la
Mayoría), pero sí que va a crearse un paradigma nuevo, donde todo el que
quiera, tendrá voz y voto en el rumbo de su
nación/país/región/ciudad/comunidad. Tal y como lo tenemos ya para
opinar sobre los hoteles, restaurantes, apps, películas o canciones.
No se puede prohibir la religión, es inútil hacerlo, se inventaría otra forma de distinguirnos para enfrentarnos y claro volverían a amenazarnos con el ‘winner’ y el ‘losers’.
ResponderEliminarY si todo va de conseguir adeptos de los que vivir, empiezo a recordar por qué muchos compañeros estudiaron economía.